martes, 4 de marzo de 2014

No Te Agarro La Mano

Me levanté a las 9:00 para ir a trabajar. Me metí a la ducha, usé jabón especial de ese que venden ahora en los super mercados; "íntimos" que le llaman. Salí y sequé mi bien tonificado cuerpo; mi trabajo me ha permitido mantener una figura esbelta. Recibo la llamada matutina de mi mamá a lo que platicamos de lo caro que está el tomate.
Rímel en las pestañas, blush en las mejías y rojo en los labios, de esos waterproof por aqueo de las mojadas.
Tacones, falda negra y blusa escotada y saco encima. 9:47, se me hace tarde para mi primera reunión.
Entro al hotel y me siento en la recepción. Rebeca, la recepcionista, me dice que el caballero en el bar me está esperando. Nos hemos hecho amigas y de paso, por cliente le paso una pequeña comisión.
Entro al bar y la mirada asquerosa del corbatudo me dice que se lo comen las ansias. "Le puedo sacar ventaja" -Pienso. Me pide una copa de vino, sonrío con sus chistes y cruzo la pierna cada cierto tiempo. Le toco su gorda pierna y le digo que pasemos al postre a lo que me responde con "almorcemos antes" en tono gracioso, según el. Hago como que me urge irme con el y subimos al 7º nivel. ¡Qué linda Rebeca, siempre me aparta el mismo cuarto!
Como cualquier hombre, piensa que tiene el control de la situación y me da la vuelta colocando su erecto pene entre mis nalgas, claro, todavía tenemos ropa. Me sube la falda y me baja la tanga. El estúpido me la rompe y hago como que me gusta, por aqueo de las propinas. Me quita la blusa y prenda por prenda me quedo desnuda. Me dice que le baile a lo que le respondo "eso te saldrá más caro". En realidad no cobro más por el baile ya que me gusta bailar, pero este tipo no me agradaba para nada. Le hice el baile y empezamos con la penetración. Yo pensé que iba a ser de esos con los que a los 5 minutos ya estaba cambiada, pero no. El corbatudo seguía y a los 10 minutos que la sequía me empezaba a incomodar, me coloqué un condón en el dedo y se lo introducí por el recto. Yo sabía que no era el clásico macho que quería aparentar ser y al que le hubiera ofendido tremendamente el solo acto de rozarle la nalga. Terminó en los siguientes 30 segundos.
En la regadera sentí como se me fue quitando el sudor del viejo. Salí y el seguía tirado en la cama como vil manatí.
Se me hacía tarde y le pedí el dinero. En efecto, me pagó la bailada y la propina de más. Quizo salir agarrado de la mano conmigo; "No te agarro la mano, sólo tu dinero".
Camino de regreso, como llevaba unos lenes de más pasé pagando la luz y fui a traer a mi nena al colegio. Al final del día el abrazo de Bárbara es el único sincero que he tenido.

Te tengo que dejar amiga, ¿platicamos luego? Chao.

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