sábado, 10 de diciembre de 2016

Violencia Contra Los Hombres


Los hombres reciben muchísima violencia de cualquier clase; estructural, institucional, estandarizada y sobre todo, invisibilizada. No lo niego. También son asaltados sexualmente, acosados, hipersexualizados, con tratos laborales injustos y también viven en sistemas de opresión desfavorables. No se respetan sus derechos humanos y experimentan la violencia económica sobre sus hombros. Se les niega el derecho a una paternidad afectiva, así como les son negados cualquier intento de experimentar con sus sentimientos y creatividades. Tienen un falo muy pesado que cargar y lo tienen que llevar todos los días de su vida, aunque estén cansados. Es pesado, porque es grande. Chiquito, no sirve.

Soy testiga de estas violencias todos los días de mi vida. En mis comunidades comparto con mujeres, pero con hombres también y siento con mucho pesar las luchas que -quizás si son afortunados de ver- tengan que emprender con mucho esmero, paciencia e ingenio. Me he enterado de estas violencias, no solo porque las veo cotidianamente, sino porque me las han contado también. Y las he escuchado y si el ambiente se da, comparto mi opinión y perspectiva que viene desde mi experiencia como oprimida a razón de mi género, en cuanto a relaciones humanas hablamos. Pero, existe una excepción que tiene mucho peso; no voy a escucharlos cuando hablen de estos problemas, de estas violencias, de las cosas que descubren que hacen ruido en sus vidas para contrarrestar mis denuncias, que si bien son públicas y sujetas a distintos comentarios y opiniones, no puedo permitir bajo ninguna circunstancia que éstas sean minusvalorizadas. El que yo pueda denunciar y emitir comentarios que denuncien es parte de muchos procesos de muchas mujeres que no puedo irrespetar, ni mucho menos, irrespetarme a mi.

Si es verdadera la indignación, claro que pueden hacer sus denuncias, comentarios y diferentes procesos, pero no -solo- cuando una mujer emita los suyos. En mi experiencia, yo priorizo los espacios de mujeres en la medida que promuevan y trasciendan nuestras relaciones humanas. Es una postura política, porque también podríamos ser maternales y atender a los problemas que acomplejan a los hombres como acto de nobleza, porque así nos enseñaron a ser y a hacer. 

Claro que podemos acompañarnos si se dan las oportunidades, pero si en verdad es legítima la indignación, será esta la forma en que se pronuncien a sus problemas; en los espacios que procuren, no en los espacios que las mujeres luchamos y reivindicamos. Sino, no es que les preocupen los problemas de los hombres, es que se rehúsan a hablar de los problemas que suprimen a las mujeres, porque no son ellos el centro de la atención.

Pueden hablar de sus acosos, pero no cuando hablamos de nuestras odiosas experiencias porque nuestras luchas no solo no se comparan, sino que simplemente no son las mismas. Pueden hablar de sus golpes económicos, pero no cuando por irresponsabilidades de la pareja o ex pareja las mujeres hablamos de los nuestros. Pueden hablar de violaciones sexuales, pero no cuando una mujer denuncia, porque los hombres jamás experimentarán ese monstruo grande que ataca a las mujeres. No los invisibilizo, pero estamos paradxs en diferentes partes de la balanza y tengo que ocuparme y defender mis asuntos y mis asuntos se volvieron también, una disputa territorial.


sábado, 3 de diciembre de 2016

Amor Entre Mujeres

"Qué sería de la lucha contra el patriarcado, sin el amor entre mujeres".

Noviembre de 2016. Tras un viaje de una semana en diferentes departamentos, llego al majestuoso Huehuetenango donde tendría que pasar otra semana más. Me empiezan a doler los ovarios; mi menstruación estaba por llegar. Me dolían más de lo normal y pensé que era por haber estado sentada tanto tiempo.
En la ciudad de este departamento, me encuentro con otras mujeres con las que íbamos a trabajar y juntas nos fuimos a Chaculá -municipio- para quedarme en la casa de C.
C es una mujer hermosa, trabajadora y feminista sobre todo. Una líder comunitaria con mucho conocimiento ancestral. Lo que bien podría llamarse "bruja".
C observa mi malestar y me ofrece un té de Cola de Macho. Me contaba lo poderosa y curativa que es esta planta; yo me sentía muy bien bebiendo. Al pasar las horas de la noche entre pláticas y un cielo asombrosamente estrellado, como mi dolor seguía, me ofreció sobarme.
Prende fuego, trae hierbas, limón y un tarrón. Estira un petate y me acuesto en él. Empieza a limpiarme. Luego, mete su mano en el tarrón y saca un poco de ungüento con el que empieza a sobarme el estómago. Por la forma en que me tocaba, supe que ella sabía exactamente dónde estaba todo. Después de su evaluación, me dice: "tenés la matriz muy baja y tus venas derechas están inflamadas". Siguió sobando -para subirme la matriz- y me seguía echando ungüento. Al terminar, me envolvió en dos cortes de la cintura para abajo y me dio un güipil de San Mateo Ixtatán, que son muy calientes. Me quedé dormida a la par del comal, porque necesitaba mantenerme caliente, como me indicó C.
La noche tenía sonidos maravillosos y abrumadores (sonidos que sólo abruman a quien vive en lo urbano). 4:00 de la madrugada. Me despierto y el fuego seguía prendido. Me dieron muchas ganas de ir al baño, necesitaba defecar. Salgo de la casa al baño y me quito las prendas que me dio C. Sentía una gran presión en el vientre. Yo estaba de cuclillas esperando terminar con el asunto cuando éste logra salir... pero, aún sentía la presión en el vientre. No entendía por qué, nunca me había sentido así. Siento una sensación extraña. Muchas ideas pasaron por mi mente sobre qué estaba pasando cuando siento mi copa menstrual al borde de mis labios vaginales. Si, yo había expulsado la copita. Esto es algo que NUNCA me había pasado y no conozco a ninguna mujer que le haya sucedido. Observé mi sangre, tenía tejidos extraños. Los examiné y no pude concretar si era endometrio o coágulos de sangre. Regreso a la casa muy pensativa y me quedo viendo el fuego.

El fuego me habló, a esas horas, en esas circunstancias y a esta simple mortal. No puedo explicarlo, pero me dijo lo que había ocurrido. Me puse a llorar y entre lágrimas, me quedé dormida.
Al salir el sol, llega C a donde yo estaba. Yo ya me había levantado y doblado todo. Había más gente en la casa y el movimiento empezaba. Cuando salí a cepillarme los dientes, C llega también a la pila. Le conté lo que había sucedido en la madrugada; lo de la presión en el vientre y lo de los tejidos en la sangre. Se me queda viendo como que si pudiera leer mi espíritu con sus ojos. Me dice: "estabas embarazada". Yo no podía creer que C me estaba diciendo lo mismo que me dijo el fuego. Hice como que no entendí a manera de pedir más palabras. "Yo sentí tus venas anoche. Eran de no más de 15 días, pero tenía que estar segura". Empiezo a llorar y continué llorando por varios momentos durante todo el día. C me dio más té y me sobó como medida de seguridad. Me abrazó con tanto amor que yo sentí que no estaba sola.
Teníamos que trabajar. Yo me adelanté al lugar donde nos íbamos a reunir con otras mujeres y C llegaría después. Me sentía dispersa y sin entender cómo algo que nunca supe que estuvo dentro de mi, me hacía sentir de esa forma. Tomé un momento para salir a caminar y me detuve frente a unas milpas. Me hizo pensar en los ciclos. Noté la llegada de C -nadíe podría no notar cuando C entra a algún lugar-. Salió otra amiga y le conté sobre mi aborto. Lloramos juntas y me contó sobre un aborto que ella había tenido a principios del año y me regaló un Tijax. Me sentí muy bien.
Al terminar mi caminata, regresé al punto de reunión. C me llamó hacia donde ella estaba y cuando llego, estaba platicando con otras 3 señoras igual de mayores que ella. Les consultó su opinión sobre lo que me había pasado en la madrugada y todas estuvieron de acuerdo con que había sido un aborto. También estuvieron de acuerdo que mi vida no corría peligro y que solo necesitaba un baño de vapor con hierbas. Eso hice.
C me estuvo preguntando por mi sangre, mis pensamientos y mis sentires. Me sentí muy acompañada, amada y segura. Otras mujeres que supieron de mi aborto, estuvieron muy presentes también.
Al día siguiente, era la marcha del 25 de noviembre en la ciudad de Huehuetenango. Regresé y caminé, bailé, brinqué junto con muchísimas otras mujeres organizadas desde el Feminismo y otras formas de militar. Lloré, ya no desde mi dispersión, sino desde el amor.

No es que mis intimidades sean públicas, pero esta experiencia me dejó la mejor lección que me ha dejado hasta ahora el 2016:

QUÉ IMPORTANTE LA AMISTAD ENTRE MUJERES, PORQUE LA USAMOS COMO HERRAMIENTA DE LUCHA.

Necesitamos más brujas, no farmacias.

Seré bruja y será la mejor forma de amar por siempre a C.
Gracias misteriosa Chaculá. Tus montañas, estrellas y sonidos fueron vida y muerte. Gracias por dejarme ver la vida tan de cerca y la muerte tan sobria y pacífica.