jueves, 26 de enero de 2017

Somos Vida

Clara salía a diario a buscar una bombilla para iluminar su cuarto. Llevaba ya meses en la búsqueda y ninguna quedaba bien; algunas eran opacas, otras brillaban demasiado, y otras parecían funcionar pero se quemaban en segundos. Clara empezó a preocuparse, no podía seguir gastando tanto tiempo y dinero en conseguir la bombilla, así que inicio a conversar con sus amigos y amigas, haciendo preguntas sobre lugares, marcas y condiciones para encontrar esa bombilla. Incluso pidió prestadas algunas para intentar, pero ninguna funcionaba.
Esa mañana, Clara estaba muy cansada, la fatiga le mitigo el ritmo y las piernas le empezaban a doler; ya no sabía a dónde ir a buscar. Mientras cruzaba la calle se repetía: “Me duele ahí, en lo no nombrado”. Camino diez pasos y el pensamiento le abandono la cabeza. Continúo con el camino de siempre, a una velocidad bastante moderada, porque a cada paso le dolía más caminar.
Llego a su casa, entro a su cuarto; parecía más oscuro que antes. Tomo aire y fue a la cocina por unas velas. Las encendió, y algo en el techo le llamo la atención; era un alambre que no había visto antes, lo siguió con la vista y la llevo hasta una palanca. Se veía muy oxidada, llena de polvo y telaraña, como sin uso. Por curiosidad subió la palanca, se dirigió inmediatamente al interruptor y la bombilla se encendió iluminando cada parte del cuarto; incluso esa esquina empolvada. Y vio a la par de la palanca una pinta: ¡Somos vida!


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