lunes, 16 de junio de 2014

Pronunciamiento Sobre La Puya



PRONUNCIAMIENTO DE PROFESIONALES DE PSICOLOGÍA
ANTE VIOLENCIA EJERCIDA CONTRA LA PUYA

En nuestra calidad de psicólogas y psicólogos de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala y otras universidades del país, y por el compromiso adquirido, no podemos quedarnos en silencio ante hechos reprochables como la violencia ejercida por fuerzas de seguridad del Estado contra población civil en su mayoría de la tercera edad, mujeres y niñez.
Observamos el actuar de las autoridades, mismo que consideramos fuera del respeto a los derechos humanos, por tanto señalamos que el Estado de Guatemala violenta los derechos humanos de la población que resiste en el lugar conocido como "La Puya”.

Pensamos que las autoridades como representantes políticos y políticas del pueblo de Guatemala, ejerciendo el derecho a decidir y gobernar, deben respetar el derecho a la resistencia y no promover acciones que vulneren la integridad física y mental del pueblo de Guatemala.

Desde la perspectiva psicosocial los impactos a los proyectos de vida de sus pobladores, tendrán tres niveles: individual, grupal y comunitario. Poblaciones donde la vida cotidiana está vinculada con la madre tierra, al verse forzadas a vender sus tierras -en su mayoría herencias-, el exponerse a transporte pesado, sustancias químicas y escasez de agua, constituyen en sí mismos graves daños a sus derechos fundamentales y repercuten en la salud mental.

Para las mujeres en todas las edades una minera implica exponerse, por un lado afectando el crecimiento normal de las niñas, o bien provocando alteraciones genéticas para quienes están embarazadas, así como un pronóstico a futuro de cáncer en la piel, que no son posibles de palear con plantas medicinales, tal y como lo dicta su cultura.

Las mujeres de la Puya dan cuenta de una fuerte ideología religiosa que les inviste de esperanza al rezar para detener el “mal de la minera”, sin embargo, este “mal” no se detiene y por ello a pesar de sus rosarios, crucifijos, biblias y cantos fueron cruelmente atacadas físicamente por fuerzas de seguridad del Estado. Hecho que generó en las mujeres, profunda indignación, humillación y llanto porque “no nos  respetaron, nosotras no cometimos delito alguno, pero si por eso vamos a morir, vamos a seguir, porque defendemos la vida”[1]. Palabras que ojalá tuviéramos más personas en Guatemala para despertar de nuevo a la vida y defenderla.

Por otro lado cabe hacer mención que, cuando se trata de tercera edad, es decir, abuelas y abuelos al frente de una resistencia para que no se dañen sus tierras, se torna aún más que legitima su causa, dado que no son personas que perdieron la cabeza y ahora gozan de locura, sino todo lo contrario, con la clara preocupación que el peligro es real e inminente para su generación y las siguientes. Esto remite inmediatamente a recordar que lo mismo hicieron abuelas y abuelos durante el Conflicto Armado Interno defendiendo la vida bajo las siguientes palabras: “nosotros ya nos vamos a ir, pero quedan nuestros hijos, nietos y no queremos que se queden sufriendo, por eso no importa si nos toca morir”[2].

Así mismo, consideramos que el conflicto debió prevenirse cumpliendo con la legislación, no sólo a nivel de la burocracia formal, sino protegiendo legítimamente el interés superior del bien común.  Esto quiere decir, entre otras cosas, exigir un estudio de impacto ambiental pertinente[3], reconocer el derecho de consulta, el liderazgo comunitario y garantizar la posibilidad de un diálogo público y abierto, no sólo con las comunidades directamente afectadas sino con otros grupos sociales, afectados indirectamente o con interés en temas como el ambiental o el tributario; es decir un diálogo social y no sólo información o publicidad.  No habiéndose prevenido el conflicto, la solución violenta que se le dio, es un error más grave de parte del Estado de Guatemala que señalamos públicamente pues creemos debe evitarse toda vez que la resistencia del pueblo es pacífica.

Por todo lo anterior exigimos al Estado guatemalteco el respeto a todas las manifestaciones pacíficas y de resistencia de los pueblos ante industrias extractivas en el país. Para posibilitar una Guatemala con respeto a disentir, con diversidad de pensamiento cultural que pueda construir caminos de paz y democracia.

Mónica Pinzón                       Paula López                Rosa Pérez                  Luis Alvarado
Orlando Rodríguez                 Rebeca Moreira         Cesar Tezén                Edith García
Francisco Lux                          Eduardo Wolke           Herbert Bolaños          Amílcar Paredes
Mariano González                  María Reneé González


[1] Mujer en resistencia de la Puya.
[2] Abuelo de 86 años de la Puya.
[3] Plaza Pública publicó un análisis del EIA realizado por un experto que afirma no haber visto peor estudio de impacto ambiental en 42 años de trabajo (http://www.plazapublica.com.gt/content/entrevista-robert-moran-estudio-impacto-ambiental)

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