PRONUNCIAMIENTO DE PROFESIONALES DE PSICOLOGÍA
ANTE VIOLENCIA EJERCIDA CONTRA LA PUYA
En nuestra calidad de psicólogas y psicólogos
de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de San Carlos de
Guatemala y otras universidades del país, y por el compromiso adquirido, no
podemos quedarnos en silencio ante hechos reprochables como la violencia
ejercida por fuerzas de seguridad del Estado contra población civil en su
mayoría de la tercera edad, mujeres y niñez.
Observamos
el actuar de las autoridades, mismo que consideramos fuera del respeto a los
derechos humanos, por tanto señalamos que el Estado de Guatemala violenta los
derechos humanos de la población que resiste en el lugar conocido como "La
Puya”.
Pensamos que las autoridades
como representantes políticos y políticas del pueblo de Guatemala, ejerciendo
el derecho a decidir y gobernar, deben respetar el derecho a la resistencia y
no promover acciones que vulneren la integridad física y mental del pueblo de
Guatemala.
Desde
la perspectiva psicosocial los impactos a los proyectos de vida de sus
pobladores, tendrán tres niveles: individual, grupal y comunitario. Poblaciones
donde la vida cotidiana está vinculada con la madre tierra, al verse forzadas a
vender sus tierras -en su mayoría herencias-, el exponerse a transporte pesado,
sustancias químicas y escasez de agua, constituyen en sí mismos graves daños a
sus derechos fundamentales y repercuten en la salud mental.
Para
las mujeres en todas las edades una minera implica exponerse, por un lado
afectando el crecimiento normal de las niñas, o bien provocando alteraciones
genéticas para quienes están embarazadas, así como un pronóstico a futuro de
cáncer en la piel, que no son posibles de palear con plantas medicinales, tal y
como lo dicta su cultura.
Las
mujeres de la Puya dan cuenta de una fuerte ideología religiosa que les inviste
de esperanza al rezar para detener el “mal de la minera”, sin embargo, este
“mal” no se detiene y por ello a pesar de sus rosarios, crucifijos, biblias y
cantos fueron cruelmente atacadas físicamente por fuerzas de seguridad del
Estado. Hecho que generó en las mujeres, profunda indignación, humillación y
llanto porque “no nos respetaron,
nosotras no cometimos delito alguno, pero si por eso vamos a morir, vamos a seguir,
porque defendemos la vida”[1].
Palabras que ojalá tuviéramos más personas en Guatemala para despertar de nuevo
a la vida y defenderla.
Por
otro lado cabe hacer mención que, cuando se trata de tercera edad, es decir,
abuelas y abuelos al frente de una resistencia para que no se dañen sus tierras,
se torna aún más que legitima su causa, dado que no son personas que perdieron
la cabeza y ahora gozan de locura, sino todo lo contrario, con la clara
preocupación que el peligro es real e inminente para su generación y las
siguientes. Esto remite inmediatamente a recordar que lo mismo hicieron abuelas
y abuelos durante el Conflicto Armado Interno defendiendo la vida bajo las
siguientes palabras: “nosotros ya nos vamos a ir, pero quedan nuestros hijos,
nietos y no queremos que se queden sufriendo, por eso no importa si nos toca
morir”[2].
Así
mismo, consideramos que el conflicto debió prevenirse cumpliendo con la
legislación, no sólo a nivel de la burocracia formal, sino protegiendo
legítimamente el interés superior del bien común. Esto quiere decir, entre otras cosas, exigir
un estudio de impacto ambiental pertinente[3],
reconocer el derecho de consulta, el liderazgo comunitario y garantizar la
posibilidad de un diálogo público y abierto, no sólo con las comunidades
directamente afectadas sino con otros grupos sociales, afectados indirectamente
o con interés en temas como el ambiental o el tributario; es decir un diálogo
social y no sólo información o publicidad.
No habiéndose prevenido el conflicto, la solución violenta que se le
dio, es un error más grave de parte del Estado de Guatemala que señalamos
públicamente pues creemos debe evitarse toda vez que la resistencia del pueblo
es pacífica.
Por
todo lo anterior exigimos al Estado guatemalteco el respeto a todas las
manifestaciones pacíficas y de resistencia de los pueblos ante industrias
extractivas en el país. Para posibilitar una Guatemala con respeto a disentir,
con diversidad de pensamiento cultural que pueda construir caminos de paz y
democracia.
Mónica
Pinzón Paula López Rosa
Pérez Luis Alvarado
Orlando
Rodríguez Rebeca Moreira Cesar
Tezén Edith García
Francisco
Lux Eduardo Wolke Herbert
Bolaños Amílcar Paredes
Mariano
González María Reneé
González
[1] Mujer en resistencia de la Puya.
[2] Abuelo de 86 años de la Puya.
[3] Plaza Pública publicó
un análisis del EIA realizado por un experto que afirma no haber visto peor
estudio de impacto ambiental en 42 años de trabajo (http://www.plazapublica.com.gt/content/entrevista-robert-moran-estudio-impacto-ambiental)
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