lunes, 21 de abril de 2014

Hasta Conocer al León de Judah -Parte 3-

Mientras bailaban, Kahina no pudo evitar tocarle los hombros, los brazos, las manos. Era la primera vez que tocaba a un hombre sin que éste fuera su padre, su hermano o el maestro. Resultaba excitante y le provocaba adrenalina el hecho de tenerlo tan cerca. Mientras Kahina alucinaba y soñaba despierta con su vecino, vio como el movió la boca e inmediatamente asumió que el le había hablado y ella por estar fantaseando con el, no le escuchó. "¿Qué dices?" -Le preguntó apenada. "Que tu eres Kahina ¿verdad?" -Le repitió su vecino. Ella asintió con la cabeza e inmediatamente se sintió avergonzada de no saber su nombre. Kahina estaba petrificada en su mente pero su cuerpo seguía el ritmo de la música. "Yo me llamo Aashiq" -Dijo su vecino riéndose, ya que sabía que no había forma que Kahina supiera su nombre teniendo un esposo como Aaghad. "Siempre te había visto, pero nunca me había atrevido a hablarte." -Continuaba Aashiq. Kahina pensó que debía decir algo. No podía permitir que Aashiq pensara que ella era tonta, y dijo lo primero que se le vino a la mente "Yo también siempre te había visto, pero mi..." -Suscitó un momento antes de decir la palabra "esposo" debido a lo que sentía por Aashiq, pero después sintió culpa y le dijo la verdad. De igual forma ¿no era obvio que ella ya había sido tomada? Así que continuó "pero mi esposo no me dejaba hacer muchas cosas" -concluyó. "¿Dejaba? ¿pasado?" -le cuestiono Aashiq. "He decidido marcharme" -contestó asertivamente la joven muchacha. "Ya no podía seguir viviendo de la forma en que vivía, estoy segura que alguna vez viste como me... como me..." "No es necesario" -interrumpió Aashiq. "Me siento un poco mal de decirte esto, pero me llena de alegría que lo hayas hecho. Aaghaa es el típico hombre que piensa que puede hacer lo que se le de la gana con las mujeres" -afirmaba. Kahina no podía creer lo que escuchaba de la boca de Aashiq ¿en realidad un hombre podía pensar así? Si, si podía aparentemente. Cuando la música dejó de sonar ambos pensaron que no podía ser el final del baile. Se miraron fijamente. Aashiq sabía que Kahina jamás daría el primer paso. Se acercó a ella y la beso. Kahina no sabía lo que estaba pasando, pero ese 14 de agosto había sido su primer beso. Semanas después ella recordaría como había sido la forma tierna y sensual en que había visto sus ojos y luego como canicas rodando, sus ojos se dirigieron a su boca. Cómo la tomó de la mandíbula izquierda con su masculina mano derecha y se acercó para topar sus labios con los suyos, no si antes humedecerlos un poco. 

Ese mágico y monumental 14 de agosto le dio un nuevo giro a su viaje; un giro que se daría cuenta más adelante. "Disculpa si te he ofendido" -dijo Aashiq con la sonrisa escondida. "De ofensa no he experimentado nada" -respondió Kahina con la sonrisa no tan oculta. Caminaron juntos por la casi calle principal platicando de tonterías y no tan tonterías. A Kahina ya no le preocupaba parecer inteligente frente a el. Estaba cómoda. Las horas pasaron y la luz del día se despedía en un paupérrimo atardecer. "Amante" -le dijo espontáneamente a Aashiq. "¿Eso significa tu nombre verdad? en algún lugar lo escuché. Es hermoso." -dijo sonriente Kahina. Se quedó pensativa algunos minutos. Minutos que recalcaban una verdad inevitable para ella. Las conclusiones eran determinantes. Cuando estaba a punto de expresarle sus pensamientos a su compañero, éste le dice: "Guerrera". Unos segundos de pausa. "¿Cómo dices?" -Le preguntó Kahina como si esa palabra le hubiera penetrado en el pensamiento borrando todo lo que había pensando hace unos segundos. "Guerrera significa tu nombre ¿no lo sabías?". Todo tenía sentido ahora. Desde que nació ya era una guerrera y una guerrera lucha a pesar de los lamentos de su ambiente. Las ideas que rondaban su mente antes que Aashiq dulcemente la interrumpiera inundaron nuevamente su mente. Aashiq era un amante y ella una guerrera; tenía que seguir luchando para poder estar con un verdadero amante y no con uno que se hiciera llamar el maestro. Un juego de palabras que surgió de sus nombres pero hacía mucho sentido para ella. "Aashiq, tengo que seguir mi viaje, tengo que seguir luchando". -decía Kahina con indicios de lágrimas en los ojos. "Yo te entiendo" -con tristeza le contestaba Aashiq. "Sigue, guerrera." 

Así se levantó Kahina y sacó un trozo de papel y con su lápiz le escribió un poema que se sabía de memoria gracia a su madre llamado Viaje que pertenecía al primer Nobel de literatura africano y negro Wole Soyinka:

VIAJE
Aunque llegué al final del viaje,
Jamás sentí que hubiera llegado.
Tomé la carretera
Que sube despacio la cuesta de las preguntas, y que me lleva
Incluso a descender a la tierra que conduce a casa. Yo sé
Que mi carne está limpiamente mordisqueada, perdida
Para el perturbado pez entre las vainas susurrantes-
Yo los dejé atrás en mi ruta.

Y así también con el pan y el vino
Necesito la repartición de derrota y carestía
Yo los dejé atrás en mi ruta
Jamás sentí que hubiera llegado
Aunque amor y bienvenida me atrapan en casa
Los usurpadores pasan mi copa en cada
banquete como en una última cena.

Se lo dejó en las manos y empezó a caminar. Aashiq la tomó suavemente de la mano para darle otro papel que llevaba desde que la vio partir de casa. De alguna forma sabía que ese momento llegaría; el momento de darle ese papel. El sabía que Kahina era una guerrera y que su viaje no podía concluir con él. Aashiq sabía que esta nueva Kahina que percibió desde que la vio salir a escondidas de Aaghaa sería un regalo para el mundo y que retenerla con aquella excusa del amor, sería el acto más egoísta de su vida. 

Aquí estaré si regresas.

Decía el papel.




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