domingo, 26 de enero de 2014

Intimidades Ajenas (y propias)

Un amigo me dijo que "eso de escribir es muy íntimo" para explicarme por qué no le gusta(ba) publicar lo que ha escrito.  Por eso, este texto originalmente llevaba el título "Es que eso de escribir es muy íntimo".  Cuando tuvimos aquella conversación mi diario llevaba meses en blanco... ahora lleva sólo semanas, pero bueno, será otra entrada sobre el diario.  Ahora les dejo este texto cuya datación aparece más abajo:

Imagínense cuánto más será eso de cantar, bueno, si se trata de cantar las canciones propias.  Y bueno, afortunadamente habemos algunos exhibicionistas que nos animamos a mostrarnos.  Dice Freud que para afirmar-nos que somos o tenemos, tal vez que no somos los únicos que somos y tenemos y buscamos que alguien más se identifique con nosotros.  Pero mire usté, hace como un año que me da miedo mostrarme, escribiendo, pintando o cantando.  Y eso que casi nunca es de mí.  Generalmente se trata de una canción que alguien más escribió, una pintura que nadie ha visto (ni verá), o contando la historia de algún amigo, esos que viven todo lo que no nos animamos a reconocer que vivimos.

Me agarro, pues, ahora, de la mano de uno de esos exhibicionistas que nos deja ver en sus historias un poco de nosotros, como él espera, y mucho de él (como él sabe).

Alguna vez vi un libro sobre él que se titula: Joaquín Sabina, disculpen la tristeza. Es que Joaquín escribe con el corazón herido y canta cuando le duele la voz.  Me dejo llevar por la música de fondo (claro, Sabina) para interrumpir mi escritura por algunos de sus versos.  Y empiezo por decir que sus canciones hablan de tres temas: el desamor –con todos sus dolores y formas-, los vicios –con todas sus consecuencias- y el gran Amor –con todas sus ganas-. 

Sobre el desamor puedo citar: “El agua apaga el fuego y al ardor los años, amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño. Y cada vez peor y cada vez más rotos, y cada vez más tú y cada vez más yo y menos de nosotros.
Y aún más: “Puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemigo…”

Habla de vicios, por eso describe sus ojos (los de ella) así: “Tenía unos ojos color verde marihuana…”.  Junto a Fito Paez cantó:  “Y ya que me preguntas te diré que sé lo que es: Tener 14 años y estar muerto. (…) Impúdico animal sin pedigrí adicto al elixir del corazón las botellas (…) Delirium Tremens”. También “La canción de los buenos borrachos”, que con el título lo dice todo. Y: “Enemigos íntimos del cálculo y la norma, usureros del delirio y el azar. Vamos a invitarlos a escaparnos de las sombras y si no lo conseguimos nos da igual. (…) Desilusión y bohemia, no hay controles de alcoholemia y está prohibido prohibir”.

Con la tristeza Sabínica sabe decir:
“Al infierno se va por atajos, jeringas, recetas
-ayer echa un pingajo me dijo en un banco del bar-
 ¿dónde está aquel rock and roll que me hiciste cuando eras poeta?
-Terminaba tan triste que nunca lo pude empezar”.

Nos arrancó algunas lágrimas con los versos: “¿Quién me ha robado el mes de abril? ¿cómo pudo sucederme a mí? Lo guardaba en el cajón donde guardo el corazón.”  Triste lamento de tres historias, la del hombre del traje gris, el profesor sin su alumna y de mamá sin papá.
A la mujer que lo dejó en España y se fue a Argentina le canta: “Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear y al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar y me puse a gritar: ¿dónde estás? (…) ya nadie me escribe diciendo: –no consigo olvidarte.”
Y en la canción dedicada a Rocío Durcal, se queja: “¿Cómo haré que al final los cuentos que yo cuento acaban tan mal?”  Será por su tristeza.

Pero también nos ha despertado en el corazón el sentimiento del gran amor, por ejemplo con la canción que escogió Nina Pastori (en el tributo a Sabina que se llama “Entre todas las mujeres”) que dice: “Lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes, es que mueras por mí.  Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres.  Porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren.” Y en la que canta en el mismo disco Chabela Vargas:
“Que el maquillaje no apague tu risa. Que el equipaje no lastre tus alas. Que el calendario no venga con prisa. Que el diccionario detenga las balas.
Que las persianas corrijan la aurora, Que gane el quiero la guerra del puedo. Que los que esperan no cuenten las horas. Que los que matan se mueran de miedo.
Que el fin del mundo te píe bailando (…)
Que el corazón no se pase de moda. Que los otoños te doren la piel. Que cada noche sea noche de bodas. Que no se ponga la luna miel. Que cada noche sea noche de bodas. Que todas las lunas sea luna de miel”.

Por si cada tema fuera aún poco, tiene canciones en las que mezcla los tres:
“lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on de rocks…
Me dejó su neceser con agravios…
Esta vez yo quería quererla querer y ella no, así que se fue…
Derrochando la bolsa y la vida la fui poco a poco dando por perdida…
Tanto la quería que tardé en aprender a olvidarla
Diecinueve días y quinientas noches.”

Y tiene muchos temas más.  Son esas canciones que tal vez le ayuden a seguir cantando cuando el corazón se cansa.  Un collage de artistas desfila, por ejemplo así:
“Por el boulevard de los sueños rotos… cuando Agustín se sienta al piano, Diego Rivera lápiz en mano dibuja a Frida Calo desnuda… quien supiera reír como llora Chabela… las amarguras no son amargas cuando las canta Chabela Vargas y las escribe un tal Jose Alfredo”. O así: “Que te lo digan Silvio y Pablo, Dios y el diablo, Joan Manuel (…) Sin mi compadre Luís Eduardo, yo no pasaba por aquí.”

Tiene figuras muy buenas, listados como en esta canción: “Corre dijo la tortuga, atrévete dijo el cobarde, estoy de vuelta dijo un tipo que no fue a ninguna parte. No me grites dijo el sordo, hoy es jueves dijo el martes.  Déjame sólo conmigo, con el íntimo enemigo que malvive la pensión en mi corazón, el receloso el fugitivo, el más oscuro de los dos, el pariente pobre de la duda (…) el caprichoso, el orgulloso, (…) el cómplice, el traidor.  A ti te estoy hablando, a ti, que nunca sigues   tú mis consejos, a ti te estoy gritando, a ti, que estás metido en mi pellejo, a ti que estas llorando al otro lado del espejo...”
Y en esta otra: “Si la vida se deja, yo le meto mano… y como además sale gratis soñar y no creo en la reencarnación… partiré de viaje en seguida… a probarme el traje y la piel de todos los hombres que nunca seré: Al Capone en Chicago, (…) pintor en Mont Parnarse, (…) negro en Nueva Orleáns, viejo verde en Sodoma, (…) sultán en un harem, policía ni en broma, (…) taur en Mote Carlo, cigarrillo en tu boca, taxista en Nueva York, el más chulo del barrio (…) tabernero en Dublín, comunista en las vegas, ahogado en el Titanic, flautista en Hamelin. Pero si me dan a elegir, entre todas las vidas yo escojo la del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo, el viejo truhán capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera. (…) Insumiso en el cielo, (…) Arañazo en tu espalda, (…) pianista de un burdel, (…) vocalista de orquesta, mejor tiempo en Lemans, (…) detective en apuros, conservado en alcohol, (…) desertor en la guerra, boxeador en Detroit, (…)  fotógrafo en PlayBoy…”
Otros listados geniales en las canciones: “Mi primer” y “Todos menos tú”.
Autoreferencias, que es más complicado presentar, pero que señalo en canciones como “Aves de paso” en la que habla de esos amores que cuenta en otras canciones y que no duraron mucho; otras autoreferencias en “Es mentira” donde sólo confirma lo que ya sabemos. Me gustan muchas otras de las figuras literarias que usa, como estas dos en una misma canción: “Esta es la canción de las noches perdidas… si sabes que casi todo sabe a casi nada… tiene nombre de mujer como la soledad, como el consuelo”.

Y muchísimas canciones variadas. Por ejemplo un paisaje bien pintado con su voz “Postal de la Habana”, un recorrido por las películas de Almodóvar y una confesión a la vez: “Yo quiero ser una chica Almodóvar”.  “Pacto entre caballeros”, que tuvo que escribir a los ladrones que lo asaltaron y al reconocerlo le devolvieron sus pertenencias y lo invitaron a trasnochar, sin dejar que pagara una gota.  Una canción a ritmo de rap, que canta con “Manu Chao” y que se llama “No sopor… no sopor” - no soporto el rap-. 
Me lo imagino en la reunión con sus excompañeros y excompañeras, cuando canta “El blues de lo que pasa en mi escalera” nos presenta a sus compañeros y compañeras:
“El más capullo de mi clase ¡Qué elemento! llegó hasta el parlamento (...)
Y sin dejar de ser el mismo bruto aquel que no sabía ni dibujar la “O” con un canuto.
El superclase de mi clase que ¡qué pardillo! se pudre en el banquillo (...)
y sin dejar de ser el mismo sabio que para hacer poesía solo tenía que mover los labios
La más matija de mi clase ¡qué figura! cotiza la hermosura y a sus cuarenta y cinco otoños (...) Y sin dejar de ser la seductora bruja que escondía bajo la falda una calculadora.
Por lo demás, ni más, ni menos larga que cualquiera
a mis cuarenta y pocos tacos, ¡ya ves tú...!
Igual sigo de flaco, igual de calavera…”

Antes del fin quisiera recordar, porque para eso se escribe, las muchas noches que oímos y cantamos a Sabina con mis amigos; en especial con el Tukis, –a  quien más le han dolido-, Alex –a quien más le han gustado y Juan Pablo –con quien más las he oído-.

Termino este recorrido brevísimo por la música de Joaquín Sabina con una para nuestra profesión: “Oiga doctor, devuélvame mi depresión, no ve que los amigos se apartan de mí, dicen que no se puede consentir esa sonrisa idiota.  Que no escribo una nota desde que soy feliz. (…) acaso no le pago las facturas, dejeme como estaba por favor, (…) a ver si tengo cura sólo quiero ser yo y ahora parezco mi caricatura.  (…) devuélvame mi fracaso, no ve que yo cantaba la marginación, devuélvame mi odio y mi pasión, doctor hágame caso…”

Guatemala, 2:00 a.m. 12 de abril de 2008
José Herbert Roberto Bolaños Valenzuela

P.D. Escribir esto me llevó a muchos recuerdos del tiempo que hemos vivido juntos, lo que quiero decir lo resumo en palabras que son signo y por tanto menos que el significado: Contigo, María Renée.


1 comentario:

  1. El significado que tiene elegir compartir nuestras intimidades (o las que compartimos con alguien más) cada quien lo sabe, pero gracias por compartir esta. ¡Que buen texto!

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