viernes, 26 de agosto de 2016

Moverse


Si nuestros cuerpos no se tocan, no se acercan, no se mueven y no se rozan, se olvidan… se quedarían estáticos. Los poros servirían como guía de la ruta que las grietas se abrirían paso y con cada vez que una grieta avanzase, menos nos daríamos cuenta que existe.

Tanto nos olvidaríamos que lo tenemos, que ni nos veríamos a los ojos y estos, se secarían con el paso del tiempo de tan severa forma, que ni lágrimas saldrían de nuestros ojos al sentir el crujido del párpado cansado de no ser encargado de tomar buenos momentos.

Y es que no es poco el sufrimiento casi imperceptible de la quietud y de la rigidez, que hasta a nuestros labios se les olvidaría besar, gritar y ser lamidos.
Sería el final del ser sin dejar de ser visto, solo que ya no notado.

Y tan fuertes serían las consecuencias de dejarnos de mover y de lubricar cada vértebra y articulación, que se nos olvidaría que siempre han habido personas que se tocan, se besan, se abrazan, se sienten, se comparten, se disfrutan y sobre todo, se nos olvidaría que la gente se mueve porque lucha.
Eso sobre todo.

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