Esta
noche de elecciones en la escuela he tenido un sueño, ahora se los cuento:
Al llegar al
CUM he visto cómo muchísimas multitudes intentaban llegar al edificio A, tantas
que costaba abrirse paso. Para llegar a
la puerta he tenido que empujar a muchas personas, golpeando a algunas. Ha sido difícil llegar, pasando entre
encapuchados que visten completamente de negro, con una túnica y otros que usan
la capucha mitad negra, mitad fucsia; además pasé entre muchas personas que
vestían atuendos de roqueros y roqueras, pulseras con púas, cinchos muy anchos,
de cuero, con hebillas y adornos con forma de calaveras, botas con puntas de
acero. Muchísima gente con rasta,
incluso empujé a muchos y muchas hippies, que se drogaban mientras se acercaban
a la escuela. Curiosamente, aunque mucha
gente empujaba detrás, los y las hippies tenían espacio suficiente para moverse
con los brazos abiertos, algunos estaban sentados y otras bailaban frente a estos,
muchas personas tocaban guitarras, algunas acústicas y otras eléctricas,
cantaban canciones (himnos, me dice mi conciencia) en otros idiomas.
En la entrada
al edificio A, de nuevo, parecía imposible pasar. Aquí estaba lleno de guardias de seguridad,
primero los que están típicamente en un concierto, luego los que son
guardaespaldas… pero más allá de las dos murallas, muchísima gente hacía
malabares, con bolitas, jaquis, clavas, botellas, naranjas, huevos, con zapatos
de payaso e incluso con bebés. Entre
tanto objeto volando era difícil pasar sin recibir un golpe, y la gente reía al
ver que alguien recibía en la cabeza un huevazo, con la consiguiente chorreada
de clara y de yema.
(Como era mi
sueño) Logré pasar hasta el patio del edificio A si recibir ningún golpe, más
bien, pasé jugando con algunos de esos objetos.
Ya en el patio me di cuenta que un hombre estaba en el tercer nivel del
lado este (arriba de la dirección), anunciando que las elecciones se acercaban
y que la gente debía hacer filas para emitir su voto, que por favor lo hicieran
con cuidado para que nadie se lastimara.
Casi machucando sus palabras empezó el grupo de estudiantes entre
quienes habían fresas y peludos, unos con caites y otras con botas de felpa,
gente de morral y con bolsas de cuero, con atuendo de oficina y de playa,
además eran estudiantes de todas las épocas, allí estaba Chepe sin canas,
Mariano de patojo, Bruce con pelo largo, Jorge sin barba, Paty Alfaro con un
vestido largo, Fredy Muñiz con playera de El Incienso, José Jurado con el pelo
agarrado en una cola… Dina y Rosario Elias llegaron Juntas, Marina Villagrán
caminaba con Miriam Ponce, las dos con peinados de los setentas… en fin, aquel
grupo de estudiantes de todos los tiempos empezó a cantar una canción… todos
miraban hacia el segundo piso, como si se estuvieran despidiendo de alguien,
pero no con tristeza, sino con muchísima alegría. Ese alguien desde el balcón
lloraba, pero no con tristeza sino haciendo berrinche, no podía verle porque
esta persona estaba en el pasillo sur, (sobre el auditórium) y mi posición no
me permitía verle.
La canción que los y las estudiantes
cantaban decía:
“Los amigos del barrio, pueden
desaparecer;
los cantores de radio, pueden
desaparecer;
los que están en los diarios, pueden
desaparecer;
la persona que amas, pueden desaparecer;
los que están en el aire, pueden
desaparecer;
los que están en la calle, pueden
desaparecer;
los amigos del barrio, pueden
desaparecer.
Pero…”
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