"Qué sería de la lucha contra el patriarcado, sin el amor entre mujeres".
Noviembre
de 2016. Tras un viaje de una semana en diferentes departamentos, llego
al majestuoso Huehuetenango donde tendría que pasar otra semana más. Me
empiezan a doler los ovarios; mi menstruación estaba por llegar. Me
dolían más de lo normal y pensé que era por haber estado sentada tanto
tiempo.
En la ciudad de este departamento, me
encuentro con otras mujeres con las que íbamos a trabajar y juntas nos
fuimos a Chaculá -municipio- para quedarme en la casa de C.
C es una
mujer hermosa, trabajadora y feminista sobre todo. Una líder comunitaria
con mucho conocimiento ancestral. Lo que bien podría llamarse "bruja".
C
observa mi malestar y me ofrece un té de Cola de Macho. Me contaba lo
poderosa y curativa que es esta planta; yo me sentía muy bien bebiendo.
Al pasar las horas de la noche entre pláticas y un cielo asombrosamente
estrellado, como mi dolor seguía, me ofreció sobarme.
Prende fuego,
trae hierbas, limón y un tarrón. Estira un petate y me acuesto en él.
Empieza a limpiarme. Luego, mete su mano en el tarrón y saca un poco de
ungüento con el que empieza a sobarme el estómago. Por la forma en que
me tocaba, supe que ella sabía exactamente dónde estaba todo. Después de
su evaluación, me dice: "tenés la matriz muy baja y tus venas derechas
están inflamadas". Siguió sobando -para subirme la matriz- y me seguía
echando ungüento. Al terminar, me envolvió en dos cortes de la cintura
para abajo y me dio un güipil de San Mateo Ixtatán, que son muy
calientes. Me quedé dormida a la par del comal, porque necesitaba
mantenerme caliente, como me indicó C.
La noche tenía sonidos
maravillosos y abrumadores (sonidos que sólo abruman a quien vive en lo
urbano). 4:00 de la madrugada. Me despierto y el fuego seguía prendido.
Me dieron muchas ganas de ir al baño, necesitaba defecar. Salgo de la
casa al baño y me quito las prendas que me dio C. Sentía una gran
presión en el vientre. Yo estaba de cuclillas esperando terminar con el
asunto cuando éste logra salir... pero, aún sentía la presión en el
vientre. No entendía por qué, nunca me había sentido así. Siento una
sensación extraña. Muchas ideas pasaron por mi mente sobre qué estaba
pasando cuando siento mi copa menstrual al borde de mis labios
vaginales. Si, yo había expulsado la copita. Esto es algo que NUNCA me
había pasado y no conozco a ninguna mujer que le haya sucedido. Observé
mi sangre, tenía tejidos extraños. Los examiné y no pude concretar si
era endometrio o coágulos de sangre. Regreso a la casa muy pensativa y
me quedo viendo el fuego.
El fuego me habló, a esas horas, en
esas circunstancias y a esta simple mortal. No puedo explicarlo, pero me
dijo lo que había ocurrido. Me puse a llorar y entre lágrimas, me quedé
dormida.
Al salir el sol, llega C a donde yo estaba. Yo ya me había
levantado y doblado todo. Había más gente en la casa y el movimiento
empezaba. Cuando salí a cepillarme los dientes, C llega también a la
pila. Le conté lo que había sucedido en la madrugada; lo de la presión
en el vientre y lo de los tejidos en la sangre. Se me queda viendo como
que si pudiera leer mi espíritu con sus ojos. Me dice: "estabas
embarazada". Yo no podía creer que C me estaba diciendo lo mismo que me
dijo el fuego. Hice como que no entendí a manera de pedir más palabras.
"Yo sentí tus venas anoche. Eran de no más de 15 días, pero tenía que
estar segura". Empiezo a llorar y continué llorando por varios momentos
durante todo el día. C me dio más té y me sobó como medida de seguridad.
Me abrazó con tanto amor que yo sentí que no estaba sola.
Teníamos
que trabajar. Yo me adelanté al lugar donde nos íbamos a reunir con
otras mujeres y C llegaría después. Me sentía dispersa y sin entender
cómo algo que nunca supe que estuvo dentro de mi, me hacía sentir de esa
forma. Tomé un momento para salir a caminar y me detuve frente a unas
milpas. Me hizo pensar en los ciclos. Noté la llegada de C -nadíe podría
no notar cuando C entra a algún lugar-. Salió otra amiga y le conté
sobre mi aborto. Lloramos juntas y me contó sobre un aborto que ella
había tenido a principios del año y me regaló un Tijax. Me sentí muy
bien.
Al terminar mi caminata, regresé al punto de reunión. C me
llamó hacia donde ella estaba y cuando llego, estaba platicando con
otras 3 señoras igual de mayores que ella. Les consultó su opinión sobre
lo que me había pasado en la madrugada y todas estuvieron de acuerdo
con que había sido un aborto. También estuvieron de acuerdo que mi vida
no corría peligro y que solo necesitaba un baño de vapor con hierbas.
Eso hice.
C me estuvo preguntando por mi sangre, mis pensamientos y
mis sentires. Me sentí muy acompañada, amada y segura. Otras mujeres que
supieron de mi aborto, estuvieron muy presentes también.
Al día
siguiente, era la marcha del 25 de noviembre en la ciudad de
Huehuetenango. Regresé y caminé, bailé, brinqué junto con muchísimas
otras mujeres organizadas desde el Feminismo y otras formas de militar.
Lloré, ya no desde mi dispersión, sino desde el amor.
No es que mis intimidades sean públicas, pero esta experiencia me dejó la mejor lección que me ha dejado hasta ahora el 2016:
QUÉ IMPORTANTE LA AMISTAD ENTRE MUJERES, PORQUE LA USAMOS COMO HERRAMIENTA DE LUCHA.
Necesitamos más brujas, no farmacias.
Seré bruja y será la mejor forma de amar por siempre a C.
Gracias
misteriosa Chaculá. Tus montañas, estrellas y sonidos fueron vida y
muerte. Gracias por dejarme ver la vida tan de cerca y la muerte tan
sobria y pacífica.
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