pero en la mente llevo un revoltijo de inseguridades del fin de semana.
Se sube una señora al bus; lleva tantas cosas que golpea a varia gente
con un paraguas que sobresale especialmente.
Agradezco ir sentada del lado de la ventana.
Eso me permite ver hacia afuera con mayor facilidad y veo como un tipo
le ve el culo a una señora que se le salía el fustán de la falda. Era blanco.
Se sube una vendedora de dulces a decir su discurso.
"Dios le bendiga", así termina sus palabras. Así terminan sus brev(ísimas)es palabras.
No sé si logré entenderlas por la brevedad de las mismas.
Volteo a la venta otra vez. Un flexero con los ojos rojos me mira y a la vez no me mira.
A la par, un chucho viejo con cara de hambre parece ser su leal compañero.
El chofer prende un cigarro. Pienso que es muy temprano para fumar; me dan ganas de fumar.
Veo mi celular con la discreción del caso (de ir en camioneta) y ya voy tarde a mi trabajo.
Pienso en bajarme en la siguiente calle y tomar un taxi para llegar pronto, pero me gana
el pensamiento de no tener dinero para pagar esas "malas costumbres" mías; justificaciones
mentales que les llaman.
El semáforo da en rojo y aprovecho a bajarme.
Qué rápido pasa el tiempo.
El tiempo pasa rápido.
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